La montaña (Ken) se mantiene quieta; arriba el fuego (Li) llamea y no permanece. Por lo tanto no quedan juntos. La tierra extraña, la separación, es la suerte del andariego.
El Andariego. Éxito por lo pequeño.
Al andariego la perseverancia le trae ventura. Como viajero y extranjero uno no debe mostrarse brusco ni pretender subir demasiado alto. No dispone uno de un gran círculo de relaciones; no hay, pues, motivo de jactarse. Es necesario ser precavido y reservado; de este modo uno se protegerá del mal. Si uno se muestra atento con los demás, conquistará éxitos. El andariego no tiene morada fija, la carretera es su hogar. De ahí que ha de preocuparse por conservar interiormente su rectitud y firmeza, y cuidar de detenerse únicamente en lugares adecuados manteniendo trato tan sólo con gente buena. Entonces tendrá ventura y podrá seguir viaje sin ser molestado.
Sobre la montaña hay fuego: la imagen del andariego. Así el noble aplica con claridad y cautela las
penalidades y no arrastra pendencias.
Cuando el pasto sobre la montaña se quema, da un claro resplandor. Pero el fuego no permanece allí, sino que continúa su andanza en busca de nuevo alimento. Es un fenómeno muy fugaz. Lo mismo ha de suceder con los castigos y los pleitos. Es necesario que se trate de fenómenos muy fugaces y que éstos no se arrastren a otros lugares. Las prisiones han de ser algo que sólo acoge a la gente en forma pasajera, como si fuesen huéspedes. No deben convertirse en morada de los hombres.
Al pájaro se le quema el nido:
El andariego primero ríe,
luego tiene motivos de quejarse y llorar.
En su ligereza pierde la vaca. ¡Desventura!
La imagen del pájaro al que se le incendia el nido muestra la pérdida del lugar de descanso. Si el pájaro, durante la construcción de su nido, procedió con ligereza y falta de cuidado, podrá pasarle esa desgracia. Lo mismo puede esperar también el andariego. Si se abandona a bromas y risas no acordándose que es sólo un andariego, tendrá por qué lamentarse y llorar más tarde. Pues cuando debido a su ligereza pierde uno su vaca, esto es, su modesta capacidad de adaptación, el mal será la consecuencia.
Dispara sobre un faisán. Con la primera flecha cae. Finalmente esto le rinde alabanzas v un careo. Los estadistas viajeros solían presentarse ante los príncipes mediante el obsequio de un faisán. En este caso el andariego desea entrar al servicio de un príncipe. Con este motivo dispara sobre un faisán y lo derriba al primer tiro. Así encuentra amigos que lo elogian y recomiendan, y es finalmente aceptado por el príncipe que le confiere un cargo.
A veces las circunstancias mueven a un hombre a buscar su hogar en tierra extranjera. Si uno sabe aprovechar la situación e introducirse del modo debido, podrá encontrar aun en el extranjero un círculo de amigos y un ámbito para su actuación.
El andariego descansa en un aposentamiento.
Obtiene su propiedad y un hacha.
Mi corazón no está contento.
Se describe aquí a un andariego que, exteriormente, sabe conformarse, aun cuando interiormente es fuerte e intempestivo. Por eso encuentra al menos un albergue donde pueda morar. También logra adquirir bienes. Pero no se siente en seguridad con su posesión. Ha de estar siempre en guardia, dispuesto a defenderse a mano armada. Por eso no se siente cómodo. En todo momento tiene conciencia de ser un extraño en tierra extraña.
Al andariego se le quema su albergue. Pierde la perseverancia de su joven sirviente. Peligro.
Un extranjero violento no sabe conducirse. Se entromete en asuntos y querellas que nada le importan. De este modo pierde su lugar de descanso. Trata a su sirviente como a un extraño y de modo altanero. Así pierde su lealtad. Cuando, en su condición de extranjero, uno ya no tiene a nadie en quien poder confiar, la situación resulta muy peligrosa.
El andariego llega al hospedaje.
Lleva consigo lo que posee.
Consigue la perseverancia de un joven sirviente.
El andariego que aquí se describe es modesto y reservado. En su fuero interno no se pierde a sí mismo, y así encuentra un lugar de descanso. En lo exterior, no pierde la simpatía de la gente; por eso todos lo estimulan, de modo que puede adquirir posesiones. Además, se allega a él un sirviente leal y de confianza, de inestimable valor para un andariego.
Cuando el andariego se dedica a nimiedades
atrae sobre sí la desgracia.
Un andariego no debe perder su dignidad ocupándose en el camino de cosas vulgares. Precisamente cuanto más baja e indefensa sea su posición hacia el exterior, tanto más ha de guardar interiormente su dignidad. Pues cuando un extranjero piensa que encontrará una acogida amable si se muestra dispuesto a bromas y ridiculeces, se equivoca. Las únicas consecuencias serán el desprecio y un trato ofensivo.