Chen es el movimiento; Li es la llama, cuya virtud es la claridad. En lo interno claridad, hacia afuera movimiento, esto da grandeza y plenitud. Es una época de alta cultura la que este signo representa. Pero, ciertamente, la circunstancia de que se trata de una culminación ya insinúa también la idea de que semejante estado extraordinario de plenitud no podrá mantenerse en forma duradera.
La plenitud tiene éxito.
El rey la alcanza.
No estés triste; debes ser como el sol al mediodía.
No cualquier mortal está predestinado a promover una época de máxima grandeza y plenitud. El que pueda lograr semejante cosa ha de ser un soberano nato que gobierna a los hombres, pues su voluntad se orienta hacia lo grande. Una época de tal plenitud es, por lo general, breve. Un sabio bien podría entristecerse tal vez en vista del ocaso que habrá de producirse a continuación. Pero semejante tristeza no le cuadra, únicamente un hombre interiormente libre de preocupación y aflicción es capaz de hacer surgir una época de plenitud. Él habrá de ser como el sol a mediodía, que alumbra y alegra todo lo que hay bajo el cielo.
Trueno y rayo llegan ambos: la imagen de la plenitud. Así el noble decide los procesos judiciales y ejecuta los
castigos.
Este signo tiene cierta afinidad con el signo "La Mordedura Tajante", N9 21, donde igualmente se juntan trueno y rayo, aunque en secuencia inversa. Mientras que allí se fijan las leyes, aquí se ejecutan y se aplican. La claridad en lo interior posibilita un examen exacto de las circunstancias, y la conmoción en lo exterior procura una severa y precisa ejecución de las penas.
Su casa se halla en plenitud.
el oculta a su clan.
Espía a través del portón y ya no advierte a nadie.
Durante tres años no ve nada. ¡Desventura!
Se describe aquí a un hombre que por su soberbia y amor propio alcanza lo contrario de aquello a que aspira. Busca plenitud y esplendor para su vivienda. A toda costa pretende ser el amo en su casa. Pero con ello consigue que su familia se aparte de él de modo que finalmente se encuentra en la más absoluta soledad.
Llegan líneas, se acerca la bendición y la gloria.
¡Ventura!
El hombre gobernante es modesto y por lo tanto abierto al consejo de los capaces. Así se allegan a su ámbito hombres que le encarecen las líneas orientadoras de la actuación. Esto promueve el advenimiento de la bendición, la gloria y la ventura para él y todo el pueblo.
La cortina tiene tal plenitud
que al mediodía se ven las estrellas polares.
Él se encuentra con su amo que es su par. ¡Ventura!
Aquí las tinieblas ya están disminuyendo, por eso todo lo que mutuamente se corresponde, se junta. También en este caso ha de encontrarse la complementación: a la alegría de actuar debe unirse la necesaria sabiduría. Entonces todo irá bien. Aquí se toma en cuenta una complementación inversa de la que se observa en el texto del primer trazo. Allí la sabiduría había de complementarse con la energía, aquí es la energía a la que debe unirse la sabiduría.
El matorral tiene tal plenitud
que a mediodía se ven las pequeñas estrellas.
Él se rompe el brazo derecho. Ningún defecto.
Se describe aquí como símbolo el progresivo ocultamiento del sol. En este punto el eclipse alcanza la totalidad, de ahí que al mediodía se perciban hasta las pequeñas estrellas.
Traducido a circunstancias sociales, el príncipe está en este caso tan entenebrecido que aun la gente más insignificante puede llegar a destacarse. En tal caso a un hombre capaz, que podría ser la mano derecha del soberano, le resulta imposible emprender algo. Es como si esa mano estuviese quebrada. Pero no es por su culpa si de este modo se ve impedido de actuar.
La cortina tiene tan densa plenitud
que al mediodía se ven las estrellas polares.
Acudiendo se encontrará desconfianza y odio.
Si uno lo despierta con la verdad, llega la ventura.
Sucede a menudo que entre el gobernante que desea lo grande y el hombre que podría ejecutarlo, se introduzcan intrigas y rencillas partidistas cuyo efecto es entenebrecedor como un eclipse solar. En estos casos, en lugar del sol se ven en el cielo las estrellas boreales. El soberano es desplazado hacia la sombra por un partido que ha usurpado el dominio. Si en una época semejante quisiera uno emprender algo con energía, se toparía tan sólo con desconfianza y envidia que imposibilitarían todo movimiento. Luego es cuestión de mantenerse interiormente al servicio del poder de la verdad, la que finalmente se mostrará tan fuerte que en lo invisible influirá sobre el soberano, de modo que todo se torne hacia el bien.
Cuando uno se encuentra con el amo que le está destinado,
podrá pasar junto a él diez días y no será una falta. Acudir obtiene reconocimiento.
Para dar lugar a una época de plenitud es necesario que a la claridad se una un enérgico movimiento. Allí donde se en¬cuentran esas dos cualidades en dos personas, éstas se corresponden mutuamente, y aun cuando en el tiempo de la plenitud se juntan durante todo un período de ese ciclo, no será demasiado y no constituirá una falta. Por eso será bueno acudir para actuar: se obtendrá el reconocimiento.