Ser poderoso en las mandíbulas trae desventura.
El noble está firmemente resuelto.
Anda solitario y se encuentra bajo la lluvia.
Es salpicado y se murmura contra él.
Ninguna tacha. La situación en que uno se halla es ambigua. Mientras que todos están embarcados en una resuelta lucha contra lo vil, hay alguien que se encuentra solo, manteniendo determinada relación con un hombre vulgar. Si en tal caso quisiera mostrarse fuerte exteriormente y, antes de que maduraran las circunstancias, pretendiese enfrentarse con aquél, sólo lograría poner en peligro la situación total; pues el plebeyo adoptaría entonces, con anticipación, medidas contrarrestantes. La tarea del hombre superior se ve aquí sumamente dificultada. Él ha de estar firmemente decidido en su fuero íntimo y, mientras conserve el trato con ese hombre vulgar, deberá, con todo, mantenerse apartado de cualquier participación en sus manifestaciones vulgares. A causa de ello, desde luego lo desconocerán, lo menospreciarán. La gente pensará que forma parte del partido del hombre vulgar. Se encontrará totalmente solo, puesto que nadie lo comprenderá. Sus relaciones con el hombre vulgar lo mancillan a los ojos de la multitud, y las gentes se vuelven contra él con murmuraciones. Sin embargo, él sobrelleva el desconocimiento y no comete error alguno, pues permanece fiel a sí mismo.