43Kuai / El Desbordamiento (La Resolución)

hexagrama

El signo representa, por una parte, una irrupción que se produce luego de una tensión condensada durante largo tiempo, como la irrupción de un río henchido que rompe sus diques, o la descarga de una lluvia torrencial. Transferido a circunstancias humanas significa, por otra parte, el tiempo en el cual poco a poco van extinguiéndose los vulgares. Su influencia está en disminución y, mediante una acción decidida, irrumpe un cambio de condiciones. Se adjudica este signo al tercer mes (abril-mayo).

El Desbordamiento. Resueltamente el asunto ha de darse a conocer en la corte del rey. Ha de proclamarse conforme a la verdad. ¡Peligro! Hay que dar aviso a la propia ciudad. No es propicio tomar las armas. Es propicio emprender algo. Cuando en la ciudad ocupa un puesto gobernante aunque fue¬se un solo hombre vil, éste podrá oprimir a los nobles. Cuando en el corazón anida una sola pasión siquiera, ésta es capaz de entenebrecer la razón. Pasión y razón no pueden coexistir, por eso se hace absolutamente necesaria una lucha incondicional si uno está dispuesto a contribuir a que llegue a gobernar el bien. Empero, para una decidida lucha por el bien destinada a eliminar el mal, existen determinadas reglas precisas que no pueden dejarse de lado si se pretende obtener el triunfo. 1°: La decisión debe fundarse en un enlace entre la fuerza y la afabilidad. 29: Un compromiso con el mal no es viable; éste debe quedar desacreditado sean cuales fueren las circunstancias. Del mismo modo, no es tampoco lícito que uno disimule o embellezca sus propias pasiones y defectos. 3°: La lucha no debe ser conducida por medio de la violencia directa. Allí donde el mal se ve descubierto y estigmatizado, lucubra las armas a que debe recurrir, y cuando uno le hace el juego de combatirlo golpe por golpe, sale perdiendo, puesto que en esta forma uno mismo queda enredado en odios y pasiones. Por tanto, es cuestión de comenzar mirando por casa: mantenerse personalmente alerta en cuanto a los defectos estigmatizados. Así las armas del mal perderán por sí solas su filo, al no toparse con ningún adversario. Del mismo modo, tampoco los defectos propios han de combatirse directamente. Mientras uno siga debatiéndose con ellos a golpes, permanecerán siempre victoriosos. 4°: La mejor manera de combatir el mal es un enérgico progreso en el sentido del bien.

El lago ha subido al Cielo: la imagen del Desbordamiento. Así el noble dispensa riquezas hacia abajo y recela cobijarse en su virtud. Cuando el agua del lago se ha elevado al cielo, ello hace temer que se desencadene una lluvia torrencial. Esto el noble lo considera una advertencia, tomando a tiempo las medidas necesarias para prevenir una catástrofe, un violento derrumbe. Quien intentara atesorar riquezas únicamente para sí solo, sin pensar en otros, experimentaría sin duda la violencia de su derrumbe. Pues a toda recolección sigue la distribución. Por eso el noble, ya mientras recolecta, distribuye. De igual modo, en la formación de su carácter tiene buen cuidado de no empecinarse en cuestiones de amor propio, sino de mantenerse en condiciones de causar buena impresión gracias a un constante y riguroso autoexamen.

¡Ningún llamado! Finalmente llega la desventura. Al parecer se ha conquistado la victoria, únicamente queda un saldo del mal, cuyo decidido exterminio está a la orden del día. Todo parece sumamente fácil. Mas precisamente en ello consiste el peligro. Cuando uno no está en guardia, el mal logra escapar mediante encubrimientos, y una vez que ha logrado fugarse, surge una renovada desventura de los gérmenes que ha dejado: pues el mal no muere fácilmente. También en lo que se refiere al mal radicado en el propio carácter, debe realizarse un trabajo a fondo. Si negligentemente dejara uno subsistir algún resto, brotarían nuevos males.

Ante la cizaña se requiere una firme decisión. Andar por el medio queda libre de tacha. La cizaña vuelve a crecer una y otra vez y es difícil extirparla. Así también la lucha contra un hombre común encumbrado requiere una firme resolución. Uno mantiene relaciones con él y en vista de ello podría temerse que llegue a abandonar la lucha por considerar que esta es una lucha sin esperanza. Pero esto no debe suceder. Es necesario seguir, decididamente, sin dejarse desviar del camino. Únicamente así quedará uno libre de faltas.

En los musios no hay piel y resulta difícil el caminar. Si uno se dejara guiar como una oveja se desvanecería el arrepentimiento. Pero al escuchar estas palabras, no se creerá en ellas. Uno padece una inquietud interior, de modo que no puede quedarse en su sitio. Quisiera avanzar a toda costa, y al intentar¬lo se topa con obstáculos insuperables. Así entra en conflicto con su propia situación interior. Esto proviene del amor propio con el cual uno pretende imponer su voluntad. Si se desprendiera de ese amor propio, todo marcharía bien. Pero este consejo, como tantos buenos consejos, será pasado por alto. Pues el amor propio hace que, si bien tiene oídos, uno no pueda oír.

Ser poderoso en las mandíbulas trae desventura. El noble está firmemente resuelto. Anda solitario y se encuentra bajo la lluvia. Es salpicado y se murmura contra él. Ninguna tacha. La situación en que uno se halla es ambigua. Mientras que todos están embarcados en una resuelta lucha contra lo vil, hay alguien que se encuentra solo, manteniendo determinada relación con un hombre vulgar. Si en tal caso quisiera mostrarse fuerte exteriormente y, antes de que maduraran las circunstancias, pretendiese enfrentarse con aquél, sólo lograría poner en peligro la situación total; pues el plebeyo adoptaría entonces, con anticipación, medidas contrarrestantes. La tarea del hombre superior se ve aquí sumamente dificultada. Él ha de estar firmemente decidido en su fuero íntimo y, mientras conserve el trato con ese hombre vulgar, deberá, con todo, mantenerse apartado de cualquier participación en sus manifestaciones vulgares. A causa de ello, desde luego lo desconocerán, lo menospreciarán. La gente pensará que forma parte del partido del hombre vulgar. Se encontrará totalmente solo, puesto que nadie lo comprenderá. Sus relaciones con el hombre vulgar lo mancillan a los ojos de la multitud, y las gentes se vuelven contra él con murmuraciones. Sin embargo, él sobrelleva el desconocimiento y no comete error alguno, pues permanece fiel a sí mismo.

Llamada de alarma. Al atardecer y durante la noche armas. No temas nada. Estar dispuesto lo es todo. La decisión marcha inseparable-mente unida a la precaución. Cuando uno es cauteloso y circunspecto, no tiene por qué asustarse ni agitarse. Permaneciendo vigilante a toda hora, mientras todavía no hay peligro alguno, se encontrará uno armado y protegido para cuando el peligro se acerque, y no habrá nada que temer. El noble se mantiene sobre aviso y en guardia ante lo que todavía no es visible, y anda con cuidado frente a lo que todavía no puede oírse; así permanece en medio de las dificultades como si no fuesen dificultades. Cuando alguien cultiva su carácter, la gente se le subordina por sí misma. Al vencer la razón, las pasiones se retiran por sí mismas. Ser circunspecto y no olvidar la armadura, he ahí el recto camino hacia la seguridad.

Al comienzo un nueve significa: Poderoso en los dedos de los pies que avanzan. Si uno acude sin estar a la altura de la cuestión comete una falta. En épocas de decidido avance resulta particularmente difícil el primer paso. Se siente uno entusiasmado como para emprender un decidido avance. Pero la resistencia es muy fuerte todavía. Es cuestión de sopesar entonces la propia fuerza y de intervenir tan sólo hasta el punto en que uno pueda estar seguro del éxito. Una ciega arremetida será perjudicial, pues precisamente en los comienzos puede una inesperada recaída acarrear las más funestas consecuencias.