Se apilan dificultades. Caballo y carro se separan.
Él no es un raptor,
va a cortejar en el debido plazo.
La doncella es casta, no se promete.
Diez años, luego promete.
Se halla uno trabado y en dificultades. Y entonces, de pronto, se produce un cambio: es como si arribara alguien om carruaje y caballos y desenganchara. Este suceso ocurre tan sorpresivamente que suscita la sospecha de que el hombre quo se acerca ha de ser un bandido. Poco a poco uno comprueba que el otro no abriga malas intenciones, sino que viene en procura de una alianza amistosa y ofreciendo alivio. Sin embargo, ese ofrecimiento no es aceptado, puesto que no procede de donde debe proceder; parece preferible esperar hasta que se cumpla el plazo: diez años representan un período redondo, un plazo cumplido. Entonces retornan por sí mismas las condiciones nórmale» y es dable reunirse con ese amigo que a uno le está destinado.
Bajo el símbolo de una novia que en medio de graves conflictos permanece fiel a su amado, se brinda un consejo para esta peculiar situación de la vida: Cuando en épocas de dificultad, encontrándose uno trabado, impedido, recibe inesperadamente un ofrecimiento de alivio de parte de alguien con quien no mantiene relaciones, ha de proceder con cautela, tratando de no entrar en eventuales compromisos como consecuencia de tal ayuda, pues de no proceder así se vería uno disminuido en su libertad de decisión. Si uno aguarda a que llegue el momento adecuado, retornarán las circunstancias tranquilas y se alcanzará lo que se espera.