Arriba se encuentra Lo Sereno cuya característica es la alegría, y abajo está Lo Suscitativo, lo excitante, cuya característica es el movimiento. Alegría durante el movimiento conduce al Seguimiento. Lo Sereno es la hija menor, Lo Suscitativo el hijo mayor. Un hombre ya mayor se coloca por debajo de una muchacha joven y tiene consideración para con ella. De este modo la mueve al seguimiento, a la sucesión.
El Seguimiento tiene elevado éxito.
Es propicia la perseverancia. No hay defecto.
A fin de obtener seguimiento, hace falta en primer lugar que uno sepa adaptarse, únicamente mediante el servicio llega uno a dominar; pues únicamente así se logra el consentimiento alegre y sereno de los de abajo, indispensable para el seguimiento. Allí donde se pretende obtener seguimiento a la fuerza, mediante la astucia o la violencia, mediante la conspiración o el partidismo, se suscitará siempre resistencia, que impedirá un seguimiento solícito y voluntario.
Sin embargo, un movimiento alegre también puede conducir a malas consecuencias. Por eso se añade como condición: "Es propicia la perseverancia", vale decir, ser consecuente en lo recto, y "sin falla". Del mismo modo que uno debe requerir seguimiento sólo bajo esta condición, también es lícito que siga a otros sólo bajo la misma condición para no sufrir daño.
La idea del Seguimiento, condicionado por la adaptación a lo que exige el tiempo, es grande e importante y por lo tanto también el texto del Dictamen añadido es tan favorable.
En medio del Lago está el Trueno: la imagen del
Seguimiento.
Así el noble a la hora del atardecer se recoge para su recreo y descanso.
En el otoño la electricidad vuelve a retirarse hacia el interior de la tierra y descansa. Sirve aquí como símbolo el trueno en medio del lago: no el trueno en movimiento, sino el trueno del descanso invernal. El Seguimiento se deduce de este símbolo en el sentido de la adaptación a las exigencias del tiempo, de la época. El trueno en medio del lago indica tiempos de oscuridad y reposo. Así el noble, luego de un día de infatigable actividad, se permite en horas de la noche el recreo y el reposo. Cualquier situación se torna buena únicamente cuando uno sabe adaptarse a ella y no malgasta sus fuerzas en falsas resistencias.
Él halla firme adhesión,
y por añadidura se siente comprometido.
El rey lo presenta a la Montaña Occidental.
Se trata de un hombre que personalmente ya ha dejado a sus espaldas los afanes del mundo: un elevado sabio. Pero aparece un seguidor que lo comprende y no lo suelta, no se desprende de él. Así regresa una vez más al mundo y ayuda a éste en la ejecución de su obra. De este modo surge entre ellos un enlace de índole eterna.
La parábola procede de la dinastía Chou. Esa dinastía honraba a sus ayudantes meritorios otorgándoles un sitio en el templo de los ancestros de la familia gobernante, en la Montaña Occidental. De tal modo eran acogidos en el ámbito del destino de la casa reinante.
Verdaderamente en el bien. ¡Ventura!
Todo hombre debe tener algo a lo cual seguir, algo que le sirva de estrella orientadora. Quien con convicción va en pos de lo bello y lo bueno, podrá sentirse fortalecido por esta sentencia.
El Seguimiento crea éxito. La perseverancia acarrea desventura.
Recorrer el camino con veracidad aporta claridad. ¿Cómo podría haber en ello una falla? A menudo ejerciendo una cierta influencia, logra uno obtener seguidores, expresándose con afabilidad hacia los de abajo. Los hombres que en tal caso se le adhieren no abrigan, sin embargo, intenciones honestas. Procuran su ventaja personal y tratan de hacerse imprescindibles recurriendo a la adulación y al servilismo. Si se acostumbra uno a semejantes partidarios, al punto de ya no poder pasarse sin ellos, atraerá sobre sí la desventura. Tan sólo un hombre enteramente libre de su propio ego, que con toda convicción persiga únicamente lo recto, lo concreto, adquirirá la necesaria visión clara para desenmascarar a tales personas, y así se librará de cometer faltas.
Si uno adhiere al hombre fuerte,
pierde al varoncito.
Mediante el seguimiento encuentra uno lo que busca.
Es propicio permanecer perseverante.
Si uno ha encontrado la conexión debida con gente valiosa, es natural que, como consecuencia, experimente ciertas pérdidas. Es necesario separarse de lo inferior, de lo superficial. Sin embargo, uno se sentirá satisfecho en su fuero íntimo al haber hallado aquello que busca y necesita para fomentar la evolución de su personalidad. Lo único que hace falta es permanecer firme. Uno debe saber lo que quiere y no dejarse confundir y extraviar por inclinaciones de momento.
Si uno adhiere al varoncito, perderá al hombre fuerte.
En lo tocante a la amistad y los vínculos estrechos hay que observar una cautelosa elección. Se rodea uno o bien de buena o bien de mala compañía. No se puede tener a ambas a un tiempo. Si uno se malgasta a sí mismo en el trato con gente indigna, perderá la conexión con gente espiritualmente valiosa, capaz de estimularlo en el buen sentido.
Lo decisivo se modifica. La perseverancia trae ventura. Salir de la puerta para el trato engendra obras.
Hay estados de excepción, durante los cuales la relación entre conductor y conducido se modifica. La idea de la adaptación y del seguimiento implica que, si uno quiere conducir a otros, ha de ser siempre accesible e influenciable por las opiniones de los subordinados. Sólo que es necesario conservar al respecto principios firmes, para no entrar en vacilación cuando tan sólo se trata de opiniones efímeras, válidas para el día que corre. Dispuesto a escuchar las opiniones de otros, uno no ha de juntarse siempre únicamente con personas de ideas idénticas, con sus partidarios; antes bien deberá salir de su recinto y entablar desprejuiciadamente relaciones con gente de toda índole, ya sean amigos o enemigos, únicamente así se podrá llevar a cabo alguna obra.