El trueno surge estruendoso de la tierra:
la imagen del Entusiasmo.
Así los antiguos reyes hacían música
para honrar los méritos,
y la ofrendaban con magnificencia al Dios supremo,
invitando a sus antepasados a presenciarlo.
Cuando, al comenzar el verano, el trueno, la fuerza eléctrica, vuelve a surgir rugiendo de la tierra y la primera tormenta refresca la naturaleza, se disuelve una prolongada tensión. Se instalan el alivio y la alegría. De un modo parecido, la música posee el poder de disolver las tensiones del corazón surgidas de la vehemencia de oscuros sentimientos. El entusiasmo del corazón se manifiesta espontáneamente en la voz del canto, en la danza y el movimiento rítmico del cuerpo. Desde antiguo el efecto entusiasmador del sonido invisible, que conmueve y une los corazones de los hombres, se percibía como un enigma. Los soberanos aprovechaban esta propensión natural a la música. La elevaban y ponían orden en ella. La música se tenía por algo serio, sagrado, que debía purificar los sentimientos de los hombres. Debía cantar loas a las virtudes de los héroes y tender así el puente hacia el mundo invisible. En el templo se acercaba uno a Dios con música y pantomimas (sobre cuya base se desarrolló más tarde el teatro). Los sentimientos religiosos frente al creador del mundo se unían a los más sagrados sentimientos humanos, los sentimientos de veneración a los antepasados. Éstos eran invitados, con motivo de tales servicios religiosos, como huéspedes del Señor del Cielo y representantes de la humanidad en aquellas altas regiones. Al enlazarse así, en solemnes momentos de entusiasmo religioso, el pasado propio con la divinidad, se celebraba la alianza entre la divinidad y la humanidad. El soberano, que en sus antepasados veneraba a la divinidad, se constituía con ello en Hijo del Cielo, en el cual se tocaban místicamente el mundo celestial y el mundo terrenal. Tales pensamientos constituyen la última y más alta síntesis de la cultura china. El propio maestro Kung (Confucio) decía, refiriéndose al gran sacrificio durante el cual se cumplían estos ritos: "Quien comprendiera por completo este sacrificio, podría gobernar el mundo como si girara en su propia mano."