13T'ung Jen / Comunidad con los Hombres

hexagrama

La imagen del signo primario superior, Ch'ien, es el Cielo, la del inferior, Li, es la llama. Por su naturaleza el fuego llamea hacia arriba, hacia el cielo. Esto sugiere la idea de comunidad. Es la segunda línea la que, gracias a su carácter central, reúne en torno de sí los cinco trazos fuertes. Este signo es un opuesto complementario del N? 7, El Ejército. Allí: en lo interior peligro, en lo exterior obediencia como cualidad esencial del ejército beligerante, el cual requiere para su cohesión a alguien fuerte entre los muchos débiles. Aquí: en lo interior claridad, en lo exterior fuerza, como cosa esencial para la pacífica unión de los hombres, que para su cohesión requiere a uno que sea blando entre los muchos firmes.

Comunidad con hombres en lo libre: éxito. Es propicio atravesar las grandes aguas. Propicia es la perseverancia del noble. La real comunidad entre los hombres ha de llevarse a cabo sobre la base de una participación cósmica. No son los fines particulares del yo, sino las metas de la humanidad lo que produce una duradera comunidad entre los hombres; por eso está dicho: comunidad con hombres en lo libre tiene éxito. Cuando predomina la unión de este tipo, pueden llevarse a cabo aun las tareas difíciles y peligrosas, como el cruce de las grandes aguas. Mas para poder encaminar la existencia de tal comunidad, hace falta un conductor perseverante y esclarecido, cuyas metas sean claras, evidentes y entusiasmadoras y a las que sepa convertir en realidad, con toda energía. (£1 tri-grama interior significa claridad, el exterior fuerza.)

Cielo junto con fuego: la imagen de La Comunidad con los Hombres. Así estructura el noble las tribus y discrimina las [cosas. El cielo posee la misma dirección de movimiento que el fuego, y, sin embargo, se distingue de éste. Así como los cuerpos luminosos del cielo sirven para la partición y estructuración del tiempo, también la sociedad humana y todas las cosas que realmente forman conjuntos, han de estar orgánicamente estructuradas. La comunidad no ha de ser una mezcla de individuos ni una mezcla de cosas. Esto sería caos y no comunidad, sino que requiere una estructurada diversificación si es que ha de conducir al orden.

Comunidad con hombres en la pradera: no hay arrepentimiento. Aquí falta la cálida adhesión del corazón. En verdad el afectado ya se encuentra más allá de la comunidad con otros. Pero uno se adhiere. La comunidad no abarca a todos, sino tan sólo a los que exteriormente conviven juntos. La pradera es el campo de pastoreo delante de la ciudad. La última meta de la unión de la humanidad no se ha alcanzado aquí todavía. Pero uno no tiene por qué reprocharse nada. Se adhiere a la sociedad sin objetivos particulares.

Los hombres en comunidad primero lloran y se lamentan, pero luego ríen. Después de grandes luchas logran encontrarse. Se trata de dos personas exteriormente separadas, pero unidas en sus corazones. Sus posiciones en la vida los mantienen separados. Se levantan entre ellos muchos obstáculos e impedimentos que los entristecen. Pero no permiten que ningún obstáculo los desuna, y permanecen fieles el uno al otro. Y aunque la superación de tales obstáculos involucre graves luchas, ellos vencerán, a pesar de todo, y entonces su tristeza se transformará en alegría una vez que puedan reencontrarse. Kung Tse dice al respecto: "La vida conduce al hombre serio por abigarrados y tortuosos [senderos. A menudo frena la fuerza de la andanza, luego vuelve a [enderezarse. Ya un elocuente contenido logra verterse libremente en [palabras, Ya la pesada carga del saber debe encerrarse en el silencio. Mas allí donde dos hombres están acordes en lo hondo de su [corazón. Quiebran la fortaleza aun de bronces o aceros. Y allí donde dos hombres se entienden plenamente en lo [hondo de su corazón, Sus palabras son dulces y fuertes como aroma de orquídeas."

Él sube a su muralla, no puede atacar. ¡Ventura! En este punto, viene acercándose la reconciliación después de la desavenencia. Ciertamente subsisten todavía murallas se-paradoras, desde cuya altura se enfrentan unos con otros. Pero las dificultades son demasiado grandes. Uno experimenta una emergencia, y esta emergencia lo hace reflexionar. No es posible luchar, y en eso precisamente se basa la ventura.

Esconde armas en el matorral, sube a la alta colina que está delante. Durante tres años no se levanta. La comunidad se ha convertido en desconfianza. Uno recela de los demás, establece una emboscada secreta y trata de es-piar al otro desde lejos. Tiene que habérselas con un adversario duro sobre el que no se puede triunfar de este modo. Quedan señalados aquí obstáculos que obstruyen el camino hacia la comunidad con otros. Uno mismo abriga segundas intenciones, y ocasionalmente trata de ganarle al otro por sorpresa. Pero esto precisamente es lo que provoca la desconfianza: trata uno de descubrir las mismas astucias también en el adversario e intenta encontrarlas mediante el espionaje. En consecuencia se aleja cada vez más de una verdadera comunidad. Cuanto más dure este estado tanto más se alejará uno convirtiéndose en un extraño.

Comunidad con hombres en el clan: humillación. Aquí aparece el peligro de un partido separatista, basado en intereses personales y egoístas. Semejantes partidismos exclusivistas, que no ofrecen lugar a todos, que necesariamente condenan a una parte de los hombres con el fin de juntar a los restantes, tienen su origen en motivos bajos y, por lo tanto conducen, a la larga, a la humillación.

Comunidad con hombres en el portal. Ningún defecto. El comienzo de una unión de hombres debe tener lugar ante la puerta. Todos se hallan igualmente próximos entre sí. Todavía no existen aspiraciones particulares de ninguna especie, y así no se comete falta alguna. Los fundamentos de toda unión han de ser accesibles de igual modo a todos los participantes. Eventuales convenios secretos acarrean desventura.