Este signo es el opuesto exacto del anterior. El Cielo, en lo alto, se va retirando cada vez más; la Tierra, abajo, desciende cada vez más hacia las simas. Las fuerzas creativas se mantienen desconectadas. Es el tiempo del estancamiento, de la decadencia. El signo se adjudica al séptimo mes (agosto-septiembre), período cuando el año ya ha sobrepasado su punto de culminación y viene preparándose el marchitamiento otoñal.
El Estancamiento.
Hombres malignos no favorecen
la perseverancia del noble.
Lo grande se va, llega lo pequeño.
Cielo y Tierra no mantienen trato entre sí y todas las cosas se vuelven rígidas. Los superiores y los inferiores carecen de mutua relación, y confusión y desorden reinan sobre la tierra. En lo interior está lo oscuro, y lo luminoso se halla afuera; en lo interior hay debilidad, afuera dureza; en lo interior se hallan los vulgares y los nobles se encuentran afuera. La índole de los vulgares está en ascenso, la índole de los nobles está en mengua. Los nobles, empero, no se dejan inducir a error en lo que concierne a sus principios. Aun cuando ya no les queda ninguna posibilidad de acción, siguen siendo leales a sus principios y se retiran, ocultándose.
Cielo y Tierra no se unen:
la imagen del Estancamiento.
Así el noble se retira, refugiándose en su valer interior,
con el fin de eludir dificultades.
No permite que le honren con ingresos.
Cuando en la vida pública reina una mutua desconfianza, a raíz de la influencia que ejercen los vulgares, resulta imposible toda acción fructífera, puesto que es falsa la base. Por eso el noble bien sabe lo que debe hacer en tales circunstancias. No se deja seducir por brillantes ofertas con las que se pretende hacerlo participar en la actividad pública; ésta sólo sería peligrosa para él, ya que se sentiría incapaz de unirse a las infamias de los demás. Por esta causa esconde sus méritos y se retira manteniéndose oculto.
El estancamiento cesa.
Primero estancamiento, luego ventura.
El estancamiento no dura eternamente. Es cierto que no cesa por sí mismo; antes bien es necesario que aparezca el hombre adecuado que le pondrá fin. Es esta la diferencia entre La Paz y El Estancamiento: La Paz requiere para mantenerse un duradero esfuerzo; abandonada a sí misma se convertiría en estancamiento y decadencia. El tiempo de decadencia, en cambio, no se convierte por sí mismo en paz y florecimiento, sino que requiere un esfuerzo para ser eliminado. Con ello se señala la actitud creadora del hombre, indispensable para que el mundo alcance el orden.
El Estancamiento cede. ¡Ventura para el gran hombre!
"¡Y si se malograra, si se malograra!"
De este modo lo ata a un haz de vastagos de morera.
El tiempo cambia. Ha llegado el hombre justo capaz de restaurar el orden. Por lo tanto: ¡Ventura! Mas precisamente tales tiempos de transición requieren el temor y temblor. El éxito se afirmará únicamente en virtud de una extrema preocupación que sin cesar imponga la reflexión: "¡Y si se malograra!" Cuando se trunca de un tajo a un arbolillo de morera, brota de su raíz una serie de retoños particularmente firmes. Por ese motivo la consolidación del éxito se simboliza mediante la imagen de atarlo a, una mata de vástagos de morera.
Confucio dice al respecto: "Surge peligro allí donde uno se siente seguro en su sitio. Amenaza el hundimiento donde uno trata de conservar su perduración. Surge la confusión allí don-de uno mantiene todo en orden. Por eso el noble, cuando se siente seguro, no olvida el peligro, ni olvida el hundimiento cuando siente estabilidad, ni la confusión cuando lo rodea el orden. De tal modo logra su propia seguridad y también se preserva el reino."
Quien obra obedeciendo la orden del Altísimo permanece sin falla.
Los que congenian con él disfrutarán de la bendición.
El tiempo del estancamiento se aproxima a un vuelco. El hombre que desea restaurar el orden, ha de sentirse llamado a hacerlo y gozar del necesario prestigio. Quien quisiera imponerse como restaurador por su propia voluntad y decisión, podría ocasionar errores y fracasos. Pero el que está predestinado verá que las condiciones del momento lo favorecen, y su bendición será compartida por todos los que profesen las mismas ideas.
Ellos sobrellevan la vergüenza.
Los vulgares, que han alcanzado ilegítimamente sus posiciones, sienten que no están a la altura de la responsabilidad que han asumido. Así comienzan —por lo pronto sin dar muestras de ello hacia afuera— a avergonzarse en secreto. Este es el principio de un viraje hacia la mejoría.
Ellos soportan y toleran, esto significa ventura para los vulgares. Al gran hombre el Estancamiento le sirve para el logro.
Los vulgares se muestran dispuestos a adular de un modo rastrero a sus jefes. Tolerarían también al noble si éste les ayudara a disipar la confusión. Sería la salvación para ellos. El gran hombre, empero, soporta con calma las consecuencias del estancamiento. Él no se mezcla a las hordas de los vulgares. Su lugar, no está entre ellos. De este modo, asumiendo personalmente el sufrimiento, procura éxito a sus principios.
Cuando uno arranca faláridas, salen adheridas hierbas
[del césped.
Cada cual a su manera. La perseverancia trae ventura y éxito.
El texto es casi el mismo que el de la primera línea del signo anterior, sólo que en un sentido inverso. Allí uno arrastra al otro tras sí, en el camino hacia la carrera oficial. Aquí uno arrastra al otro consigo en su retirada de la vida pública. Por eso en este caso el texto no dice "las empresas aportan ventura", sino "la perseverancia aporta ventura y éxito", únicamente por el hecho de saber uno cómo retirarse a tiempo cuando las posibilidades de acción ya no existen, se elude la humillación y se obtiene éxito en un sentido superior, gracias a la capacidad de salvaguardar la personalidad en su verdadero valor.