La paz. Lo pequeño se va, llega lo grande. ¡Ventura! ¡Éxito!
En la naturaleza, este signo alude a una época en la cual, por así decirlo, reina el cielo sobre la tierra. El Cielo se ha colocado por debajo de la Tierra. Así sus fuerzas se unen en íntima armonía. De ello emana paz y bendición para todos los seres.
En el mundo humano se trata de una época de concordia social. Los encumbrados condescienden con los de abajo. Y los de abajo, los inferiores, abrigan sentimientos amistosos para con los elevados, y así llega a su término toda contienda.
En lo interior, en el centro, en el puesto decisivo, se halla lo luminoso; lo oscuro está afuera. Así lo luminoso actúa con vigor y lo oscuro se muestra transigente. De este modo ambas partes obtienen lo que les corresponde. Cuando, en la sociedad, los buenos ocupan una posición central y tienen el gobierno en sus manos, también los malos experimentan su influjo y se vuelven mejores. Cuando, dentro del hombre, reina el espíritu que procede del cielo, su influjo abarca también a la sensualidad y ésta obtiene así el sitio que le corresponde.
Las líneas individuales ingresan en el signo desde abajo, y arriba vuelven a abandonarlo: de este modo los pequeños, los débiles, los malos están yéndose, y ascienden los grandes, los fuertes, los buenos. Este hecho es fuente de ventura y éxito.